Se dice que los primeros sistemas de transporte similares al teleférico datan del siglo XVI. Se trataba de grandes cajones de madera suspendidos de cuerdas que servían para transportar tierra y materiales de construcción a lugares elevados. Eran un sistema bastante extendido en la construcción de terraplenes y murallas para fortificaciones y castillos. Los cajones estaban suspendidos por cuerdas que unían el punto de carga y de descarga, y desde el punto elevado se tiraba de una cuerda unida al cajón.
A finales del siglo XIX, en el ámbito de la minería en Europa y el oeste de Estados Unidos se desarrollaron numerosos sistemas de transporte de mercancías, consistentes en vagonetas tiradas por cables de acero. Normalmente se construían raíles que encaminaban las vagonetas y el cable era recogido desde el exterior de la mina por un motor de vapor o eléctrico. Destaca el sistema de Andrew Smith Hallidie en Estados Unidos. El modelo de Hallidie, muy extendido sobre todo en la zona de San Francisco, se denominó Cable Car.
Hoy en día los teleféricos de transporte de materiales están prácticamente en desuso. Aún así se siguen empleando en Sudamérica para comunicar plantaciones de café y pueblos aislados, situadas en zonas de difícil acceso, aunque estos teleféricos también se usan para desplazar personas.
A principios del siglo XX se crearon los primeros teleféricos para el desplazamiento de personas, primero como curiosidad y más adelante como medio de transporte. Uno de los primeros ejemplos se encontró en España, Construido por Torres Quevedo en 1907. Se encontraba en el San Sebastían, tenía un trayecto de 280 metros, un desnivel de 28 metros, y podía transportar 18 personas por viaje.
Tras la Primera Guerra Mundial, proliferaron los teleféricos en zonas como los Alpes y otras zonas montañosas de Europa, y durante la Segunda Guerra Mundial muchos teleféricos se usaban para transportar tropas y se protegían encarecidamente.
Gracias al avance del turismo y al crecimiento de clases medias sociales, la cantidad de teleféricos se multiplicó considerablemente. Construir un teleférico para llegar a miradores en zonas elevadas es mucho más barato que un sistema de ascensores o un funicular. Los teleféricos más extendidos actualmente cumplen con una función turística, destacando los teleféricos de Munchal, en Madeira, el de la Isla Roosevelt, en Nueva York, el Metrocable, en Caracas o el del Cañón de Cachimocha, en Colombia.
Hoy en día existen dos sistemas de funcionamiento del teleférico:
- Dos cables fijos unen las estaciones, y sobre ellos se desplazan las perchas de las cabinas. El movimiento lo produce una tercera cuerda unida a la percha. De este modo las cabinas pueden ser más grandes, ya que la estructura puede soportar más peso.
- Un solo cable sujeta la percha y produce el movimiento. De este modo los costes son mucho menores.
En cuanto al desplazamiento de las cabinas, también hay varios sistemas:
- En los teleféricos más modestos o con menos concurrencia, solamente hay un cable por tramo, de forma que sólo puede viajar una cabina, que tiene que desplazarse en ambos sentidos.
- En otros modelos más amplios, hay varios cables por tramo, y normalmente viajan varias cabinas por sentido que actúan como contrapeso unas de otras.
Otro sistema de transporte que comparte los mismos principios es el telesilla, ampliamente extendido en todas las estaciones de esquí del mundo.
Tras esta breve introducción histórica, ya centrados en el tema, empezamos con el modelo de DaniRacer. Para hacer la presentación del modelo algo más original, hemos querido comparar este diseño de LEGO con nuestro teleférico de Benalmádena.
Detalle de la cabina
Pilar de sujeción intermedio
Estación del teleférico
Detalle de la estación
Aquí os dejamos más fotos del teleférico de Benalmádena: